La historia y el misterio siempre han ido cogidos de la mano. Desde los albores de los tiempos hemos intentado desentrañar todo aquello que se ha quedado en el tintero de lo inacabado por algún motivo, sin tener en todos los casos el mismo éxito. Quizás sea en gran medida provocado por lo mismos que han escrito la historia. Por aquellos que de alguna manera han querido maquillar el resultado de sus acciones, transformando todos aquellos sucesos que podían contradecir sus codiciados derechos y su providencial presencia salvadora. También existen momentos de la historia que por alguna otra razón, como la de no ser políticamente rentable o moralmente aceptable, han quedado relegados a un segundo plano, sufriendo el más profundo de los olvidos, escritos en legajos abandonados al polvo y al destino en cualquier oscuro archivo de biblioteca. En otras ocasiones es precisamente la falta de información la que nos hace dar palos de ciego continuamente, introduciéndonos en laberintos sin salida, llegando a calles cortadas o conduciéndonos hacia cruces de caminos con numerosas salidas, tornándose en misterio el desenlace de la historia que estamos investigando.
Sea como fuere, nuestra historia está llena de misteriosos y apasionantes enigmas, sin los cuales creo que la vida sería mucho más aburrida. En este blog intentaré mostrar algunos de los enigmas de la historia que más me han llamado la atención. Espero que lo disfruten.

miércoles, 25 de enero de 2012

Nicolas Flamel, la Alquimia y el enigma de la inmortalidad

Nicolas Flamel (Pontoise 1330 - París 1415?) fue un personaje histórico que vivió en el París del siglo XIV en el barrio de Saint-Jacques-la-Boucherie, denominado así por la iglesia del mismo nombre. La vida de este personaje es una metáfora perfecta de la búsqueda alquímica como algo más que el simple hecho de la transformación de metales; es el sentido más profundo de la transformación interior. Para los que no conozcan la Alquimia, vamos a intentar explicar un poco de esta pseudociencia a grandes rasgos.

La Alquimia fue un arte hermético extendido en el medievo -aunque su origen lo tenemos que buscar en Egipto y Grecia, y gracias a los árabes fue introducido en Europa-, cuya búsqueda fundamental era la de la transmutación de los metales -en su caso más normal era la transformación de metales viles en metales preciosos- y constituía a la vez una búsqueda experimental y espiritual, una especie de ciencia-religión-filosofía que reunía todas las características posibles para mezclar realidad y leyenda de una forma casi natural. De esta forma, el que practicaba alquimia debía estar "iniciado", término que en esta época evocaba a los más recónditos escondites de nuestra mente-alma. Los procedimientos alquímicos llevaban acarreados unas cargas simbólicas que el "iniciado" debía comprender antes de ponerlos en práctica.

La Alquimia se basaba en la creencia de que toda sustancia material está formada por los cuatro elementos -tierra, agua, aire y fuego- y dos principios básicos: azufre y mercurio. El alquimista debía experimentar con la materia de cuatro formas: licuarla, evaporar el agua superflua, separar los dos principios básicos y purificarlos. Para poder encontrar La Piedra Filosofal -que era lo que los alquimistas llamaban al proceso de convertir el metal vil en oro- era harto necesario la utilización del propio oro en pequeñas cantidades, así que inevitablemente muchos de los alquímicos no pudieron encontrar otra cosa que ruina y miseria. Así mismo, proliferaban por toda Europa numerosos timadores que intentaban engañar a sus víctimas a través de la sugestión y de numerosos trucos, con tal de convencer a las personas que eran los sabedores del arcano que encerraba la Alquimia. De esta forma más uno desplumó a ingenuos nobles y reyes que caían en los brazos de los más resabiados prestidigitadores medievales.
Nicolás Flamel fue escribano público, copista y librero jurado. El oficio de copista lo heredó de su padre, que había sido sofer -escriba judío que transcribe la Torá entre otros textos- antes de su conversión forzada al cristianismo. Nicolás comprendía de manera correcta el latín y el hebreo, y por sus manos pasaban gran cantidad de obras y textos para su copia y transcripción. El escribano tenía un pequeño puesto a los pies de la iglesia de Saint-Jaques-la-Boucherie, aunque posteriormente se mudó. Su vida pasaba desapercibida en París, una época tumultuosa por culpa de la guerra de los cien años. Toda su vida está perfectamente documentada. Se casó con Pernelle, una viuda parisina un poco mayor que él poseedora de una pequeña propiedad.

La vida de Nicolas Flamel cambió radicalmente cuando una noche -según cuenta un libro atribuido a él llamado Libro de las figuras jeroglíficas (1399)- se le aparece un ángel mostrándole un libro. El ángel le dijo: "Mira bien este libro Nicolás, un día serás su poseedor y te enfrentarás al poderoso arcano que se oculta entre sus páginas. No permitas que las dificultades te impidan ver la luz porque, si las vences, tendrás en sus manos la clave que te permitirá desvelar un secreto por el que muchos han dado la vida". Sin embargo, al intentar cogerlo, la imagen del ángel con el libro despareció de la estancia, dejando al escribano con la duda de si lo que vio fue real o pura imaginación suya.
Pasado un tiempo, entre 1355-1357, gracias a los designios del destino que seguirán a Nicolás el resto de su vida, apareció en su tienda un desconocido que necesitaba dinero con el libro que el escribano vio en la aparición. Sin dudarlo un momento Flamel se hizo con el ejemplar, sin regatear ni por un instante, pagando 2 florines por él. Tenía una tapa de cobre bien encuadernada, sus hojas no estaban hechas de papel ni pergamino, sino de corteza de arbusto, y parecía bastante antiguo. Dentro había grabados y diagramas que no llegaba a entender. Lo firmaba un tal Abraham el judío. Desde ese momento y durante 21 años Nicolás Flamel y su inseparable y animadora esposa Pernelle, que a la postre fue una ayuda inestimable, estuvieron intentando descifrar el contenido del libro, dedicando horas y horas de arduo e infructuoso trabajo, a la postre en vano, ya que no llegaron al descifrado de sus páginas. Después de haber conversado con los alquimistas más famosos de París, no llegaron a resolver el enigma de sus símbolos.
A pesar de todo, Nicolás Flamel tenía la suficiente fuerza y sabiduría para no decaer en el intento ya que sentía que el significado del libro iba más allá de un conocimiento puramente científico. El libro había sido escrito por un judío y parte de su texto estaba escrito en hebreo antiguo. Los judíos habían sido recientemente expulsados de Francia por la persecución y muchas de ellos habían emigrado a España. En ciudades como Málaga y Granada, bajo el dominio más iluminado de los árabes, vivían comunidades prósperas de judíos y sinagogas florecientes, en las que académicos y doctores fueron criados. El escribano pensó que en España podría encontrar algunos eruditos cabalistas capaces de ayudarle. No obstante, por aquel entonces, las mejores traducciones de Griego antiguo se hacían en las universidades españolas. Así que Nicolás Flamel decidió viajar a España para intentar ponerse en contacto con eruditos y cabalistas y descubrir de una vez el significado del libro de Abraham. En aquel tiempo viajar se tornaba difícil, lo más seguro era viajar con una fuerte escolta, cosa complicada para un viajero solitario. Con lo que el copista decidió realizar el Camino de Santiago de Compostela, patrón de su parroquia, para poder viajar a España y no levantar sospechas entre sus vecinos y amigos sobre su viaje. Se puso el traje de peregrino, la concha en el sombrero y en la mano la vara de avellano para ayudar a su paso y dar cierta sensación de seguridad para esos parajes que debía de atravesar. La única persona que sabía de sus planes era su fiel esposa y compañera del secreto Perenelle. Para no viajar con el valioso manuscrito decidió llevar algunas páginas copiadas en el pequeño equipaje que siempre acompaña a un peregrino.

Nicolás Flamel llegó a Santiago y posteriormente estuvo vagando por España, poniéndose en contacto con diferentes judíos, aunque tuvo que hacerlo de manera discreta, ya que los judíos estaban vigilados en aquella época, más aún los que habían venido de Francia. Además, no tenía mucho tiempo, su mujer le esperaba y su negocio lo llevaban sus ayudantes, aparte de ser un hombre de más de 50 años realizando por primera vez un viaje. Todo esto en el siglo XIV era una auténtica aventura que no estaba fuera de peligros.

Nuevamente el destino quiso ponerse de cara a Nicolás, que ya desalentado por no haber encontrado respuesta a su ya longevo enigma, tuvo que empezar su regreso a tierras francesas. Decidió descasar una noche en León y fue a cenar a una posada donde conoció a un comerciante francés de Boulogne, que estaba de viaje de negocios. Al copista le dio confianza este comerciante así que le confesó su búsqueda y gracias de nuevo a una afortunada casualidad este francés le confiesa que mantiene relaciones con un tal Maestro Canches, un anciano médico de ascendencia judía, erudito conocedor del arte hermético y gran maestro de La Cábala. En un principio Canches y Flamel son un poco reticentes entre ellos, pero el escribano ve que al hablar de Abraham el judío -supuesto autor del libro-, al anciano se le iluminan los ojos. El Maestro Canches le confirma a Flamel el conocimiento de Abraham el judío como filósofo, pensador, astrólogo... y que el manuscrito contiene símbolos pertenecientes a la Cábala, pero solo con los legajos que lleva el copista es imposible descifrar el misterio que guarda en su interior. Así que deciden volver juntos a Francia para estudiar su contenido.
Desgraciadamente para Canches, el viaje fue demasiado duro para su edad y en Orleans cayó enfermo, para morir siete días después, a pesar de las atenciones de Flamel. El escribano siguió con tristeza su camino, pero con la inquietud de las enseñanzas que le había mostrado el maestro de La Cábala. Tenía fe de encontrar una solución a su gran misterio. No estaba lejos de la verdad...
Al llegar a su casa en París, reencontrarse con su mujer y ver que el manuscrito estaba sano y salvo, continuó con sus labores de descifrado. Algo había cambiado dentro de él. Después de esa aventura vivida, parecía que Flamel estaba empezando a ser iluminado. Lo que le enseñó el Maestro Canches no era suficiente para la resolución del enigma, pero el viaje le había iniciado en unos conocimientos que hasta ahora no había tocado. Tras tres años de continuos intentos, en 1382, junto con su esposa, logró la transmutación de mercurio en plata. Pocos meses después descubren la Piedra Filosofal y transforman cierta cantidad de mercurio en oro puro. Y en esta búsqueda de tantos años, algo se transforma también para Flamel y Pernelle, quizás estemos hablando de sus almas.

A partir de ese momento, los Flamel decidieron seguir llevando la misma vida de siempre, sin embargo, utilizaron ese oro para fundar catorce hospitales, siete iglesias y tres capillas. En este sentido vemos que los Flamel siguieron el auténtico sentido del alquimista, que requiere verdaderamente una transformación interior, una muerte y resurrección y de que en el alma en el que habita el arcano habita la luz de la caridad. Por eso Nicolás Flamel fue elegido, porque solo él podía conocer esta verdad. En 1407 se hizo construir una casa en el 51 de la rue de Montmorenci, todavía en pie, se considera la casa más antigua de París.
El matrimonio fallece entre 1410 y 1415 y son enterrados en el cementerio de la iglesia de su barrio, aunque un tiempo después, en el intento de exhumación se vio que las tumbas de Nicolás y Pernelle estaban vacías -seguramente por la fama de estos y el intento anterior de algún desalmado de encontrar la Piedra Filosofal entre las pertenencias del muerto-. Esto fomentó aún más la leyenda de la supuesta inmortalidad del matrimonio gracias a sus conocimientos alquímicos. Son muchos los que han intentado buscar en su casa y el la tumba alguna pista del secreto, saqueando sin escrúpulos cualquier estancia donde el copista pasó algún tiempo, sin éxito alguno.

En el siglo XVII un arqueólogo llamado Paul Lucas es enviado a Turquía y allí le hablan de Nicolas Flamel y su esposa Pernelle. También hay noticias de ellos en la India, sobre el año 1830. De hecho, algunas personas han creído ver en Fulcanelli, el adepto desconocido autor de "El Misterio de las Catedrales" y "Las moradas filosofales" a Flamel aún vivo en el siglo XX.
Su lápida, ricamente grabada, se conserva en el museo de Cluny.

Un enigma maravilloso...

jueves, 19 de enero de 2012

El eterno enigma de la Sábana Santa


El tema que vamos a abordar a continuación puede ser uno de los temas más controvertidos de la historia. Es la pieza de arte más estudiada de toda la historia de la humanidad. Sin duda alguna muchas de las opiniones que se dan a este enigma suelen ir acompañadas de una sugestión inconsciente de nuestra índole religiosa o científica. Sin embargo, desde un punto de vista lo más imparcial posible no podemos decantarnos por ninguna conclusión, ya que hoy por hoy, no tiene explicación. Se trata ni más ni menos que la Sábana Santa de Turín.

La Síndone Sagrada es un pedazo de tela de 4’32 cm.de color marfil claro en la que podemos atisbar la impresión de una persona con múltiples heridas por todo su cuerpo, haciéndonos entender que esta persona ha sufrido algún tipo de episodio violento. En principio, la sábana en sí no muestra gran cosa, tan solo una serie de manchas, percibiendo de manera muy discreta lo que se supone que es una silueta. En realidad hay tres tipos de manchas. Las que más llaman la atención son las manchas que produjo un fuego que casi acaba con ella. Después tenemos la mancha del cuerpo que hemos comentado por delante y por detrás, y por último otro tipo de manchas que parecen ser sangre.

Tenemos conocimiento de la Sábana desde la edad media. La primera noticia fehaciente que tenemos de ella data de 1355 en Europa. El resto de su historia –si es que la tiene- no se conoce con precisión. ¿o no es así del todo? Cuenta la leyenda que un rey judío cayó enfermo cerca de Edessa y llamó al sanador judío (que ya había muerto). Pero al rey le mandaron un lienzo que llevaba su imagen. El rey Abgar sanó inmediatamente, y el lienzo milagroso comenzó a ser conocido como el mandylión. Así fue como Edessa se convirtió en el centro de la cristiandad venerando el mandylión con la imagen de Cristo. En este mandylión se decía que se encontraba la cara de Jesús. Pero, si solo estaba su cara, ¿se puede hablar del Santo Lienzo? Para dar una explicación a esto los científicos del proyecto Sturp –proyecto dedicado exclusivamente a la Sábana Santa en 1978- examinaron las dobleces dando como resultado ocho pliegues, lo que es lo mismo, un rectángulo con un rostro en medio ¿el mandylión?

En el año 944 el mandylión fue mandado a Constantinopla para exhibirlo de vez en cuando. Un caballero francés de la cuarta cruzada en 1203 dijo ver la imagen del cuerpo de Cristo en un lienzo. Un año después los cruzados saquearon la ciudad y se llevaron todo lo que encontraron a Europa. Aquí termina el rastro del mandylión. Comienza el de la Sábana Santa.

En el año 1898, un abogado llamado Secondo Pia obtuvo el permiso de Humberto I de Saboya para hacer la primera fotografía de la Sábana Santa. Al hacer esta fotografía se dio cuenta que el cliché sacado (el negativo) daba como resultado el auténtico positivo de la tela, mostrando de manera impactante el rostro de una persona, después el cuerpo, queriendo muchos ver la figura de Jesucristo. Ese fue el momento en el que se inició el interés científico por la Síndone, que perdura hasta nuestros días.

Varios congresos científicos internacionales se han realizado a raíz de este tema, sin que ninguno de ellos hallan sabido responder a numerosas cuestiones. Dos científicos de la N.A.S.A. –aquí aclaramos que son científicos que trabajaban en un laboratorio contratado por la N.A.S.A.-, Jackson y Jumper, en un congreso en 1978, tras analizar la Síndone dieron como resultado que la impresión que en ella se recoge fue debida a un cambio químico, una oxidación deshidratada, una especie de radiación instantánea. Esto quiere decir que los hilos de la tela no están carbonizados, sino parcialmente chamuscados, y a través de un aparato medidor de esta profundidad del quemado, pudieron ir sacando ir sacando la imagen en tres dimensiones de la persona que en ella se recoge. Además, al analizar las supuestas manchas de sangre, dio como resultado que eran realmente manchas de sangre humana -grupo AB, curiosamente el mismo grupo sanguíneo de la sangre que hay en el sudario de la catedral de Oviedo. Se supone que este sudario cubrió la cara de Cristo a la hora del fallecimiento-.

En octubre de 1988 ocurrió algo que desconcertó a todos aquellos que creían en la veracidad de la Sábana Santa. Por primera vez en la historia se obtuvo un permiso para coger un pedazo de lino del lienzo para analizarlo. Se mandaron muestras a tres laboratorios distintos para realizar la prueba del carbono 14. El resultado no dejó indiferente a nadie. La conclusión fue que la tela tenía una antigüedad de unos 7 siglos, estimando que fue "hecha" entre 1260-1390. En este caso tuvo la comunidad científica un pilar fundamental para argumentar que la Sábana Santa era una falsificación del siglo XIV, como una más de otras muchas falsificaciónes de reliquias de santos o Lignum Crucis -trozos de madero de la cruz de Cristo. Se habló entonces que esta falsificación podría haberse hecho a partir de unos conocimientos básicos de fotografía a través de sales de plata consiguiendo realizar un negativo, una especie de protofotografía, Estos resultado chocan con el estudio de los pólenes que se llevó a cabo en 1973 por Max Frei, investigador experto en palinología, que tomó una serie de pruebas de la Sábana Santa, encontrando pólenes de 58 especies, 28 de las plantas que lo producen solo existen en Oriente Medio, prueba que la Sábana pasó en esta zona un tiempo. Es imposible por tanto que en una falsificación del siglo XIV se puedan poner partículas de polen a nivel microscópico –tanto por falta de conocimientos como del propio polen-, así que el misterio se reproduce. También una serie de investigadores encontraron contaminación bacteriana en la Síndone que hubiera podido afectar en la datación. Cuando se pueda separar bien la película de material bioplástico del tejido, se podrá efectuar una nueva datación.

Uno de los datos misteriosos lo encontramos en el rostro. Tras numerosos análisis científicos de los globos oculares se descubrió que los dos círculos que los cubren pertenecen a unas monedas romanas de cobre de escaso valor llamadas leptones. En este caso un judío jamás se hubiese atrevido a profanar el cuerpo de otro judío colocando dos monedas romanas en sus ojos, aunque también es lógico que en aquella época no tuvieran otro tipo de moneda para poner. Algunos sindonólogos sin embargo creen que en realidad en la impresión no se ven tales monedas, simplemente se fuerza a verlas, sin que sea este dato tampoco concluyente.

Después de este “prolegómeno” las dudas son muchísimas. Pero ahora se acentuarán un poco más. Vamos a analizar el contenido de la Síndone. La impresión que queda reflejada en la tela es la de un hombre que ha sufrido una serie de heridas repartida por todo su cuerpo. Lo más intrigante de todo esto es que las heridas coinciden con las de la Pasión de Jesús. Y aún hay más. Los médicos forenses que han analizado estas heridas han dado datos muy llamativos que vamos a comentar a continuación. El primer resultado que muestran es el casco de espinas que supuestamente llevó el cadáver envuelto en la tela, y no la corona de espinas que todos nos imaginamos que pusieron a Jesucristo. Otro dato relevante son las heridas en las muñecas que coincidirían con los clavos que sujetaron a ese cuerpo en la cruz. Esto es muy llamativo, ya que en toda la historia de la cristiandad vemos que la iconografía de la crucifixión de Jesús se realiza con el clavado de las manos al travesaño de la cruz. Esto anatómicamente es incorrecto ya que un cuerpo clavado por las manos tiene el problema del desgarramiento de éstas. Esto no sucede si el cuerpo lo cuelgan de las muñecas, ya que sabiendo el lugar exacto del clavado, sin que toque ninguna arteria principal, la agonía del crucificado es mayor. Además, al clavar un objeto punzante en esta zona el dedo pulgar se contrae, dato que concuerda perfectamente con lo que se ve en el lienzo. Este dato de los clavos no se conoció hasta el siglo XX así que el supuesto falsificador medieval no lo habría sabido. También, al analizar las numerosas heridas de la espalda, se dieron cuenta de que coincidían con el “flagrum”, un látigo del siglo I utilizado por los romanos. ¿También conocía este dato el falsificador?

Por otro lado, estos mismos anatomistas han concluido que las proporciones del cuerpo que en la Síndone se representan no tienen armonía. Los brazos son excesivamente largos -aunque algunos sindonólogos defienden que este hecho se debe al descoyuntamiento de los brazos a raíz de la crucifixión-, los dedos de la mano también dicen que son excesivamente largos, las piernas son demasiado largas en proporción al tórax y la cabeza serían demasiado grande. Hay teorías que demuestran que al ser una radiación, lo que realmente vemos es una especie de rayos X, y superponiendo placas de huesos actuales con lo que se ve en la Síndone, sinceramente que el resultado es abrumador.






Entonces ¿Quién es la persona que esta impresa en la Sábana Santa? ¿Se falsificó con un muñeco? Si es así, ¿Cómo realizaron esa impresión que no se ha podido reproducir con ninguna técnica hasta nuestros días? ¿Cómo consiguieron gramíneas del siglo I?¿Tenían conocimientos científicos sobre la crucifixión de Cristo que nadie más tenía?¿Si fue tan buena la falsificación, por qué no se hicieron más?

En definitiva, se puede decir lo que no es, pero no lo que es.Desde 1998 la Sábana Santa se conserva dentro de una urna de aluminio y cristal de la cual se extrajo el aire y se introdujo argón –un gas inerte-. Desde entonces la Sábana sigue suscitando más dudas que resultados.


Un enigma maravilloso...



lunes, 9 de enero de 2012

La hierba del campo provocó el Crack del 29


En la historia de la civilización hay veces que la más tonta decisión puede desencadenar un efecto mariposa de incalculables consecuencias. Aunque parezca una auténtica ironía, la historia del crack de 29 la tenemos que comenzar en la hierba. En la hierba que ya no está, por supuesto. Nos tenemos que remontar a la época en el que los colonos europeos llegaron a las extensas llanuras de los Estados Unidos. Más concretamente al Medio Oeste, un inmenso territorio que se extiende desde el río Mississippi hasta las Montañas Rocosas, y desde los grandes lagos a la zona del Caribe. En esta vasta zona abundaban los pastos, un gran mar de hierba donde pastaban libremente los bisontes. Estos bisontes eran la dieta fundamental de los indígenas norteamericanos, los indios. Millones de bisontes campaban a sus anchas en este territorio, comiendo a discreción la hierba que crecía a sus alrededores. Los bisontes tienen la peculiaridad de comer hierba mordisqueándola, sin llegar a arrancarla como hacen por ejemplo las cabras (que al comer van arrancándola, dejando asoladas las zonas por donde pasan), dando como resultado que siempre vuelva a crecer una y otra vez. Así, los bisontes, en su continuo peregrinar siempre tienen donde volver a comer nuevamente.

En la época de la colonización el indio era un auténtico problema. Querían erradicarlo como fuere, así que en un momento dado algún general tuvo la “brillante idea” de terminar con la principal fuente de recursos del indígena, el bisonte. Como resultado de esta nefasta decisión, en treinta años fueron aniquilados cien millones de bisontes –si, cien millones- acabando con la población indígena. Lo peor de todo es que ni siquiera utilizaron la carne de los animales, que de bien podría haber servido para aumentar la calidad de vida en un país con muchas necesidades. Ni siquiera se molestaron. Se limitaron a amontonarlos y guardar algo de piel.

Cuando los colonos llegaron al lugar se repartieron esta gran extensión de hermosas tierras con el fin de vivir y aprovecharlas agrícolamente. En un principio todo fue bien. Los campos se araron y se sembraron de maíz, trigo, cebada o algodón, regándolos con los abundantes caudales de los cauces naturales. Aquí hay que explicar muy bien de que están compuestos estos prados. En su inmensa mayoría son terrenos de aluvión, espesas capas de limo arrastradas por los caudalosos cauces del Mississippi y Missouri, por tanto, en la superficie apenas existe la arcilla, y la tierra de las primeras capas en cuanto se secan se convierten prácticamente en polvo. Estas tierras, se mantuvieron en buena forma mientras el jardinero bisonte segaba el campo, consiguiendo que la hierba mantuviera esos terrenos de forma equilibrada, evitando la erosión gracias a sus raíces. En cuanto el manto verde desapareció sobrevino el desastre.

Al poco tiempo, una sequía larga provocada por el calentamiento de las aguas del océano Pacífico hizo que la tierra en la que se cultivaba perdiera su consistencia y se convirtiera en polvo. En estas inmensas llanuras, que en su punto máximo no supera los cincuenta metros sobre el nivel del mar, el viento empezó a campar a sus anchas, ya que es un lugar predilecto para ello. Con la hierba todo fue bien. Pero con la tierra convertida en polvo, llegaría el “Gran cuenco de polvo”, tornados que empezaron a girar y girar sobre sí mismos aumentando día a día su diámetro, ocultando incluso el sol, llevándose a su paso campos, pueblos… desahuciando esa zona para siempre.

Los colonos tuvieron que emigrar, las grandes cantidades de dinero que debían a los bancos por culpa de los créditos pedidos otrora quedaron sin pagar, con lo que estos últimos se quedaron con unas casas desoladas sin que nadie quisiera vivir allí, y unas tierras yermas. El resultado de todo esto fue la quiebra de muchos bancos, primero los agrícolas, luego arrastrando tras de ellos a los industriales, con lo que la gente que había perdido sus ahorros empezó a invertir en bolsa, hinchándose ésta como una enorme burbuja (¿Os suena?).

Más tarde, todo esto era tan inestable que bastó con que en octubre de 1929, un inversor inglés que poseía una gran cantidad de acciones se percatara de que la caída estaba cerca, vendiendo sus acciones, suponiendo esta acción la carta de la baraja que tiró todo el castillo de naipes sobreviviendo el crack que supuso la crisis total para Estados Unidos. Una vez más vemos como una serie de estúpidas decisiones llevan a la sociedad a un caos predestinado desde hacía tiempo. Y es que el hombre es el único enemigo natural del hombre.

Una vez leí que los seres humanos, igual que las cabras –que arrancan la hierba-, viven en lugares inhóspitos porque los vuelven inhóspitos.

lunes, 2 de enero de 2012

Rennes-le Château y el enigma sagrado




Rennes-le-Château es un pequeño pueblo ubicado en la cima de una escarpada montaña a unos 40 Km. de Carcasona en el sur de Francia. El día 1de junio de 1885 el pequeño pueblo, que por aquel entonces contaba con 200 habitantes, recibe un nuevo párroco, Berenger Saunière. Saunière era un sacerdote de gran inteligencia que al salir del seminario tenía todas las perspectivas de alcanzar algo importante dentro de la institución que dirige el Vaticano. Sin embargo, en algún momento dado, se ganó la antipatía de sus superiores y lo destinaron a este remoto pueblo cerca de los Pirineos.


Saunière llegó a la aldea de Rennes-le-Château cuando contaba con 33 años. Lo que pudiera haber sido una condena de reclusión para cualquier clérigo, no tuvo el efecto que la iglesia quería sobre Saunière, ya que tuvo la suerte de nacer y criarse a pocos kilómetros de allí, en el pueblo de Montazels, con lo cual su estancia en aquel lugar debía de parecerse mucho a su hogar, con las ventajas que supone el vivr en un lugar que se conoce a la perfección.

Durante sus primeros seis años de estancia en Rennes la vida de Saunière fue plácida y tranquila. Con un modesto sueldo de cura rural más las pequeñas donaciones dadas por los feligreses el sacerdote iba tirando, sin permitirse ningún lujo. Tenía una empleada como sirvienta y gobernanta llamada Marie Denarnaud, de 18 años, que sería su compañera y confidente durante toda su vida.

Berenger Saunière deseaba desde hacía tiempo restaurar la iglesia de Rennes-le-Château consagrada a la Magdalena en 1059 y se alzaba sobre los cimientos de una estructura visigótica del siglo VI. Por aquel entonces la iglesia se hallaba en un estado bastante ruinoso, dado la falta de fondos existentes. Así que en 1891 Saunière, animado por su amigo el abate Henri Boudet –cura del vecino pueblo de Rennes-les-Brains-, comenzó una pequeña restauración, cogiendo como préstamo una pequeña suma de dinero de los fondos del pueblo. Al levantar la piedra del altar, se dio cuenta que una de las columnas visigóticas que la sustentaban estaba hueca. Dentro de ella “encontró” –entrecomillado porque no se conoce el paradero de lo encontrado, con lo que no se puede demostrar- cuatro pergaminos.


Se dice que dos de los pergaminos eran genealogías, una de 1244 y otra de 1644. Los otros dos eran documentos redactados por un predecesor de Saunière, Antoine Bigou, redactados sobre 1780. Antoine Bigou fue el capellán personal de la familia noble de Blanchefort. Recordemos en este punto que en el siglo XII Bertrand de Blanchefort fue el cuarto gran maestre de los caballeros templarios –a dos kilómetros al este de Rennes-le-Château se encuentran las ruinas del castillo de Blanchefort-.

A partir de este descubrimiento la historia se vuelve totalmente rocambolesca y hasta surrealista para Berenger y Rennes-le-Château. Con estos supuestos pergaminos el cura va a ver al obispo de Carcasona, quien envía al párroco inmediatamente a París, corriendo con todos los gastos. Saunière se presenta a ciertas autoridades eclesiásticas importantes, entrando en contacto durante las tres semanas que pasó allí con un ilustre círculo cultural. Además, pasó algún tiempo en el Louvre. Puede que estas visitas al Louvre tuvieran que ver con tres reproducciones que había encargado antes de llegar a París. Una de ellas, de autor desconocido, era un retrato del papa Clementino V, cuyo pontificado tuvo lugar en las postrimerías del siglo XIII. Otra era una obra de Teniers –no se sabe si de padre o hijo- . Y la última era la obra más famosa de Nicolas Poussin: Les bergers d’Arcadie (“los pastores de la Arcadia”).




Ya de regreso a Rennes, el sacerdote exhumó una losa curiosamente labrada de siglo VII, VIII debajo de cual se dice que podía haber habido una cripta donde encontró esqueletos. En el camposanto estaba el sepulcro de Marie, marquesa de Hautpoul de Blanchefort. Su lápida y losa fueron diseñadas por Antoine Bigou predecesor de Saunière y supuesto redactor de dos de los pergaminos. La inscripción de la lápida tenía tenía varios errores de espaciado y ortografía, con la supuesta intención de crear un anagrama con un mensaje oculto revelado en un pergamino. Saunière arrancó la lápida –sin saber que ya había sido copiada-. Berenger Saunière empezó a recorrer el campo recogiendo rocas sin valor aparente, empezó a corresponderse con gran número de personas por parte de Europa –llegando a gastarse en sellos sumas que ya con su sueldo eran impensables- y comenzó a hacer transacciones con varios bancos.

A partir de 1896 y hasta su muerte comenzó a gastar sin precedentes, calculando sus gastos en varias decenas de millones de libras. Algunos de sus gastos fueron destinados a obras públicas para el pueblo, construyendo una carretera moderna hasta él o instalaciones de agua corriente. Otros gastos, sin embargo, fueron mucho más extravagantes. Construyó una torre, la Tour Magdala, que usaba de biblioteca y una palaciega casa de campo llamada villa Bethania, que Saunière nunca ocupó. En la iglesia fue donde Saunière mostró toda su extravagancia. Para empezar, en el dintel de la entrada hizo grabar una inscripción en latín, TERRIBILIS EST LOCUS ISTE (este lugar es terrible), a poca distancia de la entrada colocó una estatua cuando menos extraña para un lugar sacro, una llamativa representación del demonio Asmodeo,


custodio de secretos, guardián de tesoros ocultos y, según la antigua leyenda judaica, constructor del templo de Salomón. También en las estaciones de la cruz hay fallos e incongruencias deliberadas, quizá intentando darnos a entender algo, sin saber qué.

Mientras tanto los poderes eclesiásticos le empezaron a pedir cuentas a Saunière por sus excesivos gastos, pero este se negó constantemente a dar explicaciones sobre su riqueza. Rehusó aceptar el traslado a otro lugar promulgado por el obispo –un nuevo obispo que había en Carcasona-, llegando éste a acusarle de simonía –vender misas ilícitamente-. Un tribunal local le suspendió de sus funciones, pero Saunière apeló al Vaticano que le ¡exoneró y le reintegró a su puesto!.

El 17 de enero de 1917, Saunière, que contaba con 65 años, sufre una apoplejía súbita. Tampoco su muerte se libra del misterio. Para empezar, un 17 de enero es la misma fecha que tenía la lápida de la marquesa de Hautpoul de Blanchefort que había mandado borrar. También hay que tener en cuenta que 5 días antes, el 12 de enero, su criada Marie Denarnaud, había encargado un ataúd para su amo. Un sacerdote de una parroquia vecina fue a darle la extremaunción a Saunière justo antes del óbito, entrando en la habitación del moribundo y saliendo al cabo de pocos instantes visiblemente turbado, negando a darle el santo sacramento. Berenger Saunière muere el 22 de enero.

Para sorpresa y disgusto de muchos, en la lectura del testamento se descubre que Saunière estaba sin blanca. En algún momento antes de su muerte había traspasado toda su fortuna a la persona que había pasado con él 32 años de su vida y secretos, Marie Denarnaud, aunque puede que hubiera estado a su nombre desde el principio. Sea como fuere Marie siguió viviendo en Villa Bethania hasta que en 1946, después de la segunda guerra mundial, el gobierno francés puso en marcha una moneda nueva para atrapar a los evasores de impuesto, teniendo que justificar la procedencia del dinero al cambiar de la vieja a la nueva moneda. Ante la idea de dar explicaciones, Marie decidió vivir en la pobreza. Fue vista en el jardín de la villa quemando enormes fajos de billetes de francos viejos. Vendió villa Bethania a Noël Corbu, al cual prometió que antes de morir le confiaría un “secreto” que no sólo le haría rico sino también “poderoso”. El 29 de enero de 1953 Marie sufrió, como le había sucedido a su amo, una apoplejía súbita le postró en la cama, sin posibilidad de articular palabra, muriendo días después sin poder revelar nunca el secreto.

Como último dato a mencionar de la historia, llama la atención una de las reproducciones que Berenger Saunière encargó, el cuadro de Poussin, los pastores de la Arcadia.Obra pintada en el siglo XVII donde se ven a tres pastores y una pastora alrededor de una tumba antigua, mirando la inscripción que ella se distingue, aunque ya desgastada: ET IN ARCADIA EGO –y en la Arcadia yo…-. En el cuadro se distingue un fondo montañoso, típico en los cuadros de Poussin. Recordemos que la “Arcadia” en el arte, sobre todo en la época del renacimiento, es el lugar que los artistas utilizan para mostrar el paraíso, o el lugar donde gente y naturaleza conviven sin ninguna corrupción entre ambas. En la década de los 70 se descubre una tumba auténtica que era idéntica a la del cuadro, en forma, dimensiones, ubicación, vegetación que la rodea, incluso el crestón de roca sobre el que apoya el pie uno de los pastores del cuadro. La tumba se encuentra a las afueras de Arques un pueblo que dista diez kilómetros de Rennes-le-Château y cinco del castillo de Blanchefort. No se sabe de la antigüedad de la tumba, pero desde luego todo hace parecer que ya estaba allí cuando Poussin la pintó. Como dato anecdótico decir que el rey Luis XIV hizo lo que pudo por conseguir el original de este cuadro, y cuando lo consiguió, lo tuvo retenido en sus aposentos privados en Versalles.

Y antes de terminar con la información preliminar, dar un dato histórico. La zona donde se encuentra Rennes es llamada el Languedoc. En 1209 un ejército de 30.000 caballeros y soldados partió del norte de Europa hacia este territorio. Es la primera cruzada, la cruzada contra los albigenses (llamada así por la ciudad de Albi). La zona era un cúmulo de dolores de cabeza para el poder de Roma, ya que la filosofía, erudición y cultura desplazaban al catolicismo. Se estudiaba griego, árabe y hebreo, prosperaban escuelas de cábala, tradición esotérica del judaísmo. Y lo que era más grave para el poder de Roma era la tolerancia civilizada y acomodada sobre la religión. Durante la cruzada, el territorio fue devastado y arrasado a su población. Se podría considerar como el gran primer “genocidio” en la historia moderna de Europa.

Ante tal cantidad de datos e información, los investigadores e historiadores han propuesto tantas teorías como nos podamos imaginar. Ya sean más o menos realistas, conspiranoicas -incluso alguna nos puede parecer algo aberrante-, no podemos negar que la historia de este enclave da lugar a todo tipo de conjeturas rocambolescas. El primer y para mi más importante de los enigmas que aquí se proponen es qué es lo que Saunière encontró en la iglesia de La Magdalena para ese cambio tan radical. ¿De dónde o cómo consiguió el dinero? Hay historiadores que tienen la teoría de que el sacerdote cobró por unas misas que jamás llegó a celebrar. Pero lo que no me cuadra es de donde llega a sacar esa cantidad de dinero, por no hablar de los círculos esotéricos y elitistas que empiezan a interactuar con Saunière desde el momento en que visita París. En el libro “Holy blood, Holy grail” se cuenta que cuando muere Berenger Saunière su cuerpo es vestido con una gran toga morada con grandes borlas y sentado en el balcón de la Torre Magdala. La gente del pueblo mira atónita como gente que no había visto en su vida van pasando delante del cura y uno a uno y le van arrancando las borlas. Un ritual bastante extraño.

Otro de los grandes enigmas es la extravagante forma con que el sacerdote decora la iglesia. ¿Es sólo excentricidad o quiere mostrarnos a través de signos algo más? Recordemos que TERRIBILIS EST LOCUS ISTE que aparece en la entrada es un pasaje del génesis, pero luego viene el demonio Asmodeo, una forma deliberadamente hereje de decorar una iglesia, así como las incongruencias en el vía crucis. También tenemos las exhumaciones que hace en el campo santo, desenterrando algunos cuerpos, moviendo tumbas e incluso borrando el texto grabado de una de las lápidas. ¿Qué buscaba? ¿Quería esconder la clave de algún secreto o tesoro? Una de las teorías más extendidas y más estridente es la que habla de la descendencia de Jesús. Sugiere que el mesías tuvo relaciones con María Magdalena, quedando embarazada a raíz de esta relación. Cuando Jesucristo es crucificado, María huye llegando al sur de Francia asentándose en esta zona y marcando desde entonces un linaje sagrado –en un pueblo costero al sur de Francia se venera un día al año la llegada de María Magdalena embarazada a su costa, dando a luz siete meses después a una hija llamada Sarah-.Algunos autores sugieren que el sacerdote encontró en uno de los pergaminos el árbol genealógico de este linaje, pudiendo chantajear a ciertos sectores para no sacar a la luz este secreto que sin duda sería un punto de inflexión fundamental para una de las instituciones más poderosas que existen, el Vaticano. En este árbol genealógico estarían incluidos ciertos linajes como los merovingios o los cátaros –recordemos esa primera y sangrienta cruzada albigense en una zona de Francia que “incomodaba” al cristianismo-. Recordemos que en el pueblo de Rennes-le-Château la iglesia está consagrada a María Magdalena, la torre que construyó Saunière se llama Torre Magdala, y la villa que construyó el clérigo se llama villa Bethania, haciendo alusión al lugar donde vivían, según las santas escrituras, María Magdalena y sus hermanos, Marta y Lázaro. Es evidente la devoción de Saunière por María Magdalena, pero… ¿era sólo devoción?

Por sentido común, esta última teoría del linaje de Jesús carece totalmente de fundamentos fuertes, más aún cuando se descubre que unos de los textos en los que los investigadores se basaban en corroborar esta historia era un libro ubicado en la Biblioteca Nacional de París llamado "documentos secretos", es inventado. En él se mostraba una especie de secta denominada Priorato de Sión, dedicada a preservar el secreto de la descendencia de Cristo, así como los y compuesta de grandes e ilustres personajes. Todo fantasía, salida de la mente y la mano de un francés, Pierre Plantard, hijo de mayordomos, que quiso crear su propio mundo, incluyéndose como un descendiente directo de Jesús.

Aún así, la intriga y misterio que recorre la zona no puede pasar desapercibido. ¿Qué es lo que encontró Saunière para cambiar tanto? ¿Quién estuvo enterrado en la tumba que sale en el cuadro de Poussin? ¿Por qué esa devoción a Magdalena? ¿Tiene relación la orden templaria con todo el secreto? ¿Qué le sucedió al cura que fue a darle la extremaunción a Berenger Saunière y salió huyendo de la habitación? ¿Por qué no quiso Marie Denarnaud declarar el dinero y lo quemó? ¿Qué secreto le quería contar al comprador de villa Bethania para hacerlo “poderoso”? Todas estas cuestiones siguen sin resolverse.

Un enigma maravilloso.